jueves, 9 de abril de 2015

Expansión territorial

El Imperio colonial belga fue el resultado de la introducción de Bélgica en el reparto de África durante el último tercio del siglo XIX, donde al rey Leopoldo II que se le concedió la mayor parte de la región del Congo. Además, tras la Primera Guerra Mundial los belgas obtuvieron de Alemania, a través del Tratado de Versalles, la colonia de Ruanda-Urundi.


El rey Leopoldo II de Bélgica encontró los medios para establecer una colonia privada. El explorador Henry Morton Stanley había vuelto de explorar la cuenca de río Congo, y trató de interesar a Gran Bretaña para que colonizara la región, pero era difícil de conquistar para los europeos. Leopoldo II mandó a Stanley a seguir explorando el Congo y a obtener tratados con los jefes locales. Armado con estos y una fachada de las asociaciones humanitarias que prometían terminar el tráfico de esclavos, él persuadió en la Confereciencia de Berlín de 1884-85 en entregar el Congo a la entidad independiente que él creó, el Estado Libre Del Congo, y desde entonces como su único accionista.

Leopoldo II empezó a explotar la región del Congo para obtener caucho que llegó a ser uno de sus bienes más valiosos. Su régimen en el Congo operó como una colonia de trabajos forzados, con el asesinato y la mutilación como castigo para aldeanos que no reunieran y suministraran la cuota de caucho que a ellos fuera asignada. Se estima que un millón de congoleños murieron durante este período.

Aunque el Estado Libre del Congo no fue oficialmente una colonia belga, Bélgica fue su beneficiario principal, en términos de su comercio, el empleo de sus ciudadanos, y de la riqueza que Leopoldo II extrajo y que fue utilizada para la construcción de numerosos edificios públicos finos en Bruselas, Ostende y Amberes. Esto llevó a que él sea recordado en Bélgica como el “Rey Constructor”. Por la Confianza Real que él dejó la mayor parte de su propiedad a la nación.

En 1908 el gobierno belga acordó en adjuntar al Congo como una colonia, a la cual se la denominó Congo Belga. Adjuntó también Katanga, un territorio bajo la bandera de Estado Libre del Congo que Leopoldo II había ganado en 1891 cuando él mandó una expedición que mató a su rey, Msiri, cuya cabeza fue cercenada y colocada en un asta. Leopoldo II había administrado Katanga separadamente, pero en 1910 el gobierno belga lo unió con el Congo Belga.

El Congo Belga llegó a ser independiente el 30 de Junio de 1960.

miércoles, 8 de abril de 2015

Leopoldo II

Leopoldo II de Bélgica fue el segundo rey de los belgas, recordado por ser propietario del Estado Libre del Congoque fundó y explotó como si de una empresa privada se tratara. Sucedió a su padre, Leopoldo I, en el trono de Bélgica en 1865 y permaneció hasta su muerte. Reinó durante 44 años, con lo que se convirtió en el reinado más largo de cualquier monarca belga hasta el momento.

Leopoldo fue el fundador y único propietario del Estado Libre del Congo, un proyecto privado encabezado por él mismo. Utilizó al explorador Henry Morton Stanley para ayudarle a reclamar el Congo, un área que actualmente ocupa la República Democrática del Congo. En la Conferencia de Berlín de 1884-1885, las naciones europeas con intereses coloniales que pactaron el reparto de África se comprometieron a mejorar la vida de los habitantes nativos del Congo, al tiempo que confirmaron su posesión por parte de Leopoldo II. Sin embargo, desde un principio el monarca ignoró estas condiciones y amasó una gran fortuna gracias a la explotación de los recursos naturales del Congo (cauchos, diamantes o piedras preciosas) y la utilización de la población nativa como esclava.

Su régimen  fue responsable de la muerte de entre 2 y 15 millones de habitantes del Congo.

domingo, 15 de marzo de 2015

ART NOUVEAU



Art Nouveau

El art nouveau (arte nuevo) es un movimiento artístico que surge a fines del siglo XIX y se proyecta hasta las primeras décadas del siglo XX. Generalmente se expresa en la arquitectura y en el diseño 

Se podría afirmar que es un estilo decorativo desarrollado durante la Belle époque en Europa y Estados Unidos. Toma su nombre a raiz de una exposición que realiza Munch en la galería parisina "La maison del Art Nouveau", diseñada por Siegfrid Bing (1838-1905), aunque se conoce con distintos nombres según los países: modernismo en España, Jugendstil en Alemania, Sezession (en Austria), Liberty en Inglaterra, Floreale en Italia, modernisme o Estilo modernista en Cataluña etc.
Recurría a líneas sinuosas y composiciones asimétricas. Los motivos más frecuentes eran flores, hojas y la figura femenina. Se aplicó al diseño de interiores, joyas, forja, vidrio, cerámica, telas y, sobre todo, a la ilustración, que alcanzó gran popularidad gracias al invento de la litografía.

Una de las características principales del Art Nouveau es que se adapta a las circunstancias de la vida moderna, por lo que se halla intimamente ligado a la producción industrial, desarrollándose en dos vertientes: la arquitectura y el diseño gráfico.

Características generales del Art Nouveau:
  • Se desligó del Simbolismo en busca de una autenticidad de época.
  • Es el primer movimiento que se desprende casi por completo de la imitación de estilos anteriores (Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Romanticismo, etc.) en busca de la identidad de lo urbano y lo moderno, puesto que nacía un nuevo siglo.
  • Utiliza técnicas que le son propias: la reproducción mecánica, como la xilografía, el cartelismo, la impresión...
  • Estéticamente resultan imágenes planas, lineales, ornamentales, que se reducen a una economía de medios que las dota de singular belleza, se alejan de la figuración para centrarse en el mero adorno, muy cerca del diseño industrial
  • Las únicas conexiones estilísticas que se le pueden encontrar son las del Prerrafaelismo del último Romanticismo inglés, y el Movimiento llamado Artes y Oficios. A su extraordinaria difusión contribuyó lo agradable y fácil de su lectura, ayudada por el inicio de la revista ilustrada y las exposiciones internacionales, dos hechos que aparecen en la década de 1890. 








Avances científicos

 La quinina.

Cultivos de quina en Java (Indonesia), 1900.
La penetración de los europeos en África siempre tuvo como principal obstáculo a la malaria. En 1832, el británico Macgregor Laird penetró  a través del río Níger con 48 expedicionarios, de los que sólo sobrevivieron nueve. Por lo que cualquier gobierno europeo se mostraba reacio a llevar cualquier tipo de empresa en el continente.
Los tratamientos más frecuentes para curar la malaria se basaban en sangrías, ventosas y administrar por vía oral mercurio o calomel por sus efectos purgantes, que resultaban ser un fracaso,  pero la situación cambio cuando dos químicos franceses consiguieron extraer de la quina el alcaloide de la quinina, que se mostró como un excelente método preventivo contra la enfermedad.

                              

Armas.
           
A principios del siglo XIX, el arma más frecuente entre las tropas de cualquier ejército europeo era el mosquete de avancarga. Su recarga requería al menos de un minuto, por lo que las tropas se entrenaban para disparar y retroceder para recargar, y así intercambiarse con la fila de atrás. Además, en climas húmedos y con fuertes lluvias, quedaban inutilizadas, al mojarse la llave de pedernal que hacía detonar la pólvora. En 1807, el escocés Alexander Forsyth inventó la llave de percusión, fabricando un fusil que permitía disparar bajo todo tipo de condiciones climáticas. En Estados Unidos, Joshua Shaw introducía la pólvora en cápsulas de metal, lo que agilizaba la recarga y la protegía, más si cabe, del agua y la humedad. Sin embargo, la gran innovación vino en la manera de cargar los rifles, se cargaban por la parte inferior del arma y no por la boca. El primer fusil de retrocarga fue el Dreyse, utilizado por el ejército prusiano a partir de 1841.
Poco tiempo después, mejoraron los rifles de retrocarga con un nuevo ingenio: una cámara para cargar las armas con más de una bala. Por otra parte,  se inventó la ametralladora, utilizada por primera vez en la Guerra de Secesión Americana (1861-1865), conocida como Gatling.
   

 El canal de Suez.

La construcción del Canal de Suez fue uno de los acontecimientos más importantes del siglo XIX, pues consiguió conectar el mar Mediterráneo con el Rojo, y evitando la antigua ruta que navegaba todo el continente africano. En 1854, el pachá de Egipto, otorgó al cónsul francés el permiso para construir el canal. Lord Palmerston, Primer Ministro británico, veía con malos ojos que Francia construyese y controlase un canal de la misma importancia estratégica que el estrecho de Bósforo, por lo que su primera postura fue de oposición a su construcción. Sin embargo, en Gran Bretaña la industria naval, la Compañía de las Indias Orientales y el sector comercial privado británico si se mostraban a favor. Finalmente, sus obras concluyeron en 1869, y constituyó la puerta principal de las relaciones entre Asia y Europa, sirviendo más a Gran Bretaña, por sus intereses económicos en la India, que a otras potencias europeas.
   

domingo, 11 de enero de 2015

                 HISTORIA URBANA E HISTORIA OBRERA:
          REFLEXIONES SOBRE LA VIDA OBRERA Y SU
   INSCRIPCIÓN EN EL ESPACIO URBANO, 1900-1950

                                                                                                                José Luis Oyón Bañales
                                                                                             Universidad Politécnica de Cataluña

 Vamos a tratar de discutir sobre la relación entre ciudad y clase obrera, dos mundos próximos, casi identificados el uno con el otro. Es cierto que en la primera industrialización la fábrica fue ajena a veces a la ciudad y que la vida obrera estuvo también muy ligada a la mina, a
 la industria dispersa o al pequeño núcleo de población. Pero en la primera mitad del siglo xx quedó ya definitivamente consolidada en torno a la ciudad, la moderna clase trabajadora, masiva y definitivamente proletarizada. La ciudad en especial la gran ciudad, la que Engels retrató como consustancial a la formación del proletariado industrial, fue ya casi sin excepción el escenario natural del mundo obrero, de sus luchas y de sus conquistas en pos de la emancipación y mejora de las condiciones de vida.

 Esa asociación entre ciudad y movimiento obrero ha debido resultar obvia para la historiografía del trabajo. Tan obvia que, o se ha dado por descontada considerándola como «natural» y no merecedora de ulterior análisis, o simplemente se ha ignorado por irrelevante.    Efectivamente, más allá de los clásicos apartados sobre las habitualmente pésimas condiciones de vida en el ámbito urbano, las historias del mundo del trabajo -incluso las historias de grupos obreros en ámbitos urbanos muy localizados- nunca han solido ver a la ciudad más que como un simple epifenómeno del proceso social, un mero contendedor sin especial relevancia para ser considerado como elemento constitutivo del proceso más general de formación de la clase.
Sorprende esta marginación habida cuenta de la importancia que en la historia de los trabajadores fueron tomando en los años sesenta las visiones «desde abajo», los análisis históricos de una clase obrera vista cada vez más en sus vivencias cotidianas, en sus formas de vida y prácticas sociales más corrientes. Ciertamente, hace ya mucho tiempo que la historia obrera no es ya solo la historia de los líderes y de las organizaciones del movimiento obrero y que la influencia de Thompson reorientó la visión de la clase obrera hacia el estudio de las prácticas sociales compartidas y la experiencia cultural propia como temas inseparables de la conciencia de grupo. Desde entonces, la historia obrera ha ido construyéndose cada vez más como historia social. La visión del historiador inglés ha tenido una indudable repercusión en mucha de la reciente historia de la vida cotidiana alemana, una corriente historiográfica que intenta iluminar los comportamientos sociales estudiando los prácticas de sociabilidad, los tiempos y los lugares concretos de constitución de los grupos sociales.

En Francia, ya en la década de los setenta, diversos pioneros de la historia social obrera emprendieron igualmente el estudio de la gente ordinaria y de sus experiencias, destacando los trabajos de Michelle Perrot y de Yves Lequin. Tampoco ha faltado en Italia esa visión de que en la vida cotidiana y en la cultura material de las clases populares se encuentra la máxima expresión de especificidad de una cultura propia. Se podría pensar que todo ello significaba el definitivo acercamiento entre historia obrera e historia urbana. Pero en realidad, la historia urbana y la historia social obrera han corrido por trayectorias paralelas, sin apenas cruces entre ellas hasta fechas relativamente recientes. Efectivamente, ambas corrientes surgieron en los años sesenta, pero los contactos fueron escasos y anecdóticos. Aportaciones ya clásicas de la historiografía marxista de la clase obrera, singularmente la de Hosbawm que se centra en un momento de casi plena urbanización de la clase obrera británica, apenas se han detenido en la ciudad como factor relevante en la formación de la clase trabajadora. La ciudad, el espacio urbano, ha estado siempre bajo sospecha. El propio Hobsbawm recibió la eclosión editorial de la historia urbana británica lleno de escepticismo y de reservas. En realidad, hasta 1980, «el proceso a través del cual fue creada una subcultura proletaria distintiva en el ámbito urbano (fue) una cuestión muy débilmente tratada en la historia del movimiento obrero». Nuevos enfoques desde la historia social introducían en el análisis de la clase,óbrera británica cuestiones como la sociabilidad y el espíritu comunitario, la vida en el barrio, hasta entonces encerradas en una literatura casi estrictamente sociológica. Pero ha habido que esperar realmente a los años ochenta para ver una mayor confluencia entre historia obrera e historia urbana. Hoy en día es ya más corriente encontrar en las historias generales de la clase obrera británica capítulos específicos dedicados a la vivienda, a la segregación en el espacio urbano y a los barrios obreros como elementos formativos de la experiencia de la clase trabajadora. Encuentro sintomático de esa nueva aproximación el giro del propio Hobsbawm en su escéptica visión del tema urbano un artículo de finales de los ochenta que revaloriza el papel de la gran ciudad como foco potenciador del movimiento obrero.

En lo que se refiere al ámbito español, la creciente importancia de los enfoques culturales en la historia de la clase obrera y más en concreto de una historia social de la clase más atenta a la vida cotidiana no ha significado hasta ahora un diálogo fructífero entre historia urbana e historia obrera. Para la historiografía de la clase obrera en España, la ciudad sigue siendo, salvo excepciones, un simple telón de fondo, un mero escenario del proceso de formación de la clase, de sus comportamientos colectivos y de sus luchas políticas. La relevancia que la ciudad, y más en concreto la gran ciudad, ha tenido como caldo de cultivo de la formación del mundo obrero contemporáneo ha solido minimizar el papel del propio espacio urbano como un protagonista más de la historia de las clases populares.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La independencia de Bélgica


La oleada revolucionaria de 1830 comenzó en Francia y se extendió a Bélgica y Polonia. Fue una revolución liberal como las anteriores pero con un destacado componente nacionalista.
La revolución comenzó en París, en una crisis agrícola y financiera y la presión de los que apoyaban a Luis Felipe de Orleans para cambiar la dinastía de los Borbones. El principal motivo revolucionario fue la aprobación de las cuatro ordenanzas de 1830 que suspendieron la libertad de prensa, disolvieron las camaras, redujerón  la base electoral y permitieron goberna por decretos. Las tres gloriosas jornadas del 28, 29 y 30 de Julio con barricadas en las calles de París , unidas al ejercito obligaron a exiliarse al rey Carlos X.
Así se inició el reinado de Luis Felipe de Orleans (1830-1848). Este rey estaba opuesto a los principios de la restauración y dispuesto apoyar los movimientos revolucionarios que surgieran en Europa. Pero poco a poco fue ignorando los principios liberales y aumentando sus ideas autoritarias.
Bélgica y Holanda formaban los Paises Bajos desde 1815 pero había varias diferencias entre ellas: de tipo religioso y económico. La independencia Belga se alcanzó en 1831 apoyada por el Reino Unido y Francia. Su constitución de 1831 fue modelo para todas las monarquías constitucionales de Europa.
Bélgica fue declarada como nación neutral hasta 1914.